viernes, 20 de noviembre de 2020

SENTIMIENTOS Y EMOCIONES

Las emociones y los sentimientos forman parte de la etapa adolescente, en la que el niño con ayuda del adulto puede ir reconociendo para tener un mejor desarrollo.

LAS EMOCIONES Y LOS SENTIMIENTOS

Las emociones son uno de los tipos de procesos mentales que reflejan la actitud de una persona hacia sí misma y hacia el mundo que la rodea. Estas se encuentran estrechamente conectadas por dos ciencias: la psicología y la biología.

Las emociones son las vivencias de una persona que se dan en un determinado momento. La fuerza de la experiencia depende de cuán significativa sea la situación dada para la persona.

Pero además de la experiencia, esta lleva consigo el componente mental del mismo modo que un elemento biológico, ciertos cambios fisiológicos, ocurren en el cuerpo paralelamente a la vivencia.

Los sentimientos son una parte muy importante de cada una de las personas.

Ayudan a comprender los verdaderos deseos, a conocerse a uno mismo. Por microexpreciones de la cara se puede determinar, por ejemplo, si una persona está mintiendo o no.

Antes una aclaración, no existen emociones "malas" ni "buenas". Los psicólogos no usan tal clasificación, estas pueden ser positivos o negativos. Pero cada mínima parte de ellas es necesaria e importante para una persona, ya que realiza una determinada función.


REACCIONES EMOCIONALES Y LA PSIQUE DE LOS ADOLESCENTES

La adolescencia es un período de desarrollo intensivo y cambios en el ámbito emocional.

Entre los 11 a 14 años, los cambios bruscos de humor y la excitabilidad son especialmente característicos. En principio, todo lo que se experimentan es muy polar: todo es demasiado bueno o malo...

Es importante prestar atención a los problemas de los chicos de estas edades, teniendo un trato comprensivo para ayudarles a resolverlos.

Después de los 14 años, los adolescentes continúan explorando a sí mismos y al mundo, pero su estado emocional gradualmente se calma.

Los nuevos eventos no traerán tanta tormenta de sentimientos como antes. Serán más capaces de controlarse a sí mismos.





martes, 17 de noviembre de 2020

RESILIENCIA EN ADOLESCENTES



 A menudo se tiene una imagen del adolescente como alguien que se muestra necesariamente alegre, divirtiéndose con sus amigos, al margen de la realidad y de los problemas. La experiencia nos indica que la vida, no es siempre algo fácil de afrontar, incluso, podemos encontrarnos con situaciones tan traumáticas como el acoso, la enfermedad, los accidentes o la pérdida de un ser querido. ¿Cómo es posible que algunas personas puedan atravesar circunstancias tan difíciles y consigan después recuperarse? Aquellos que logran sobreponerse están utilizando sus habilidades de  resiliencia.

El término “resiliencia” se refiere a la capacidad del sujeto para adaptarse con eficacia a las situaciones adversas, traumáticas o altamente estresantes. Significa rebotar de las experiencias difíciles. Estas habilidades resultan ser aprendidas y se pueden fomentar con el desarrollo de estrategias concretas. Cada individuo presenta un patrón de recuperación en el que coinciden aspectos estructurales como su capacidad intelectual; su estilo cognitivo, variables neurológicas y emocionales. Y aspectos psicológicos como estilos de afrontamiento y resolución de problemas, habilidades sociales y adecuación interpersonal. Estamos hablando de conductas que facilitan la adaptación a los hechos negativos del entorno, a través de pensamientos y actuaciones. 

Estos son algunos consejos que pueden ayudar al adolescente a desarrollar estrategias resilientes. Cada adolescente afronta  este proceso de manera diferente, lo que puede funcionar en algunos casos, resulta ineficaz en otros.


  1. No te quedes solo en este proceso.

    Habla con tus amigos, con tus familiares. Tus padres pueden aportar su experiencia personal y su conocimiento, seguro que están preocupados si estás atravesando un momento especialmente difícil de tu vida. Expresa tu opinión aunque sea diferente, también todas tus dudas y miedos. Escucha lo que tengan ellos que decir al respecto.

  2. Date un margen.

    Cuando algo malo nos ocurre en la vida, se sobrecargan las preocupaciones cotidianas. Además de los problemas propios de tu edad, afrontar una circunstancia especial afectará sobremanera el volumen de tus emociones. Date un margen para rebajar su intensidad. Tienes derecho a sentirte mal y, poco a poco, puedes reducir la presión de tus sentimientos hacia ti mismo y hacia los demás.

  3. Diseña un espacio “Libre de Problemas”

    Convierte tu habitación en un espacio para descansar del problema, saca todo aquello que te lo recuerde y selecciona bien a las personas que pueden compartir contigo este espacio. No hables aquí de tus preocupaciones. No olvides que tus familiares pueden sentir la necesidad de compartir contigo mas tiempo en una situación como esta, cuenta con ellos y permite que compartan tu zona libre de malestar.

  4. Ajústate al programa.

    Es imprescindible que te mantengas ocupado la mayor parte del tiempo. Salir con tus amigos, acudir a clase o practicar alguna actividad deportiva son, sin duda,  buenas alternativas. Pero no abandones tus rutinas cotidianas, aquellas que te reconfortan. En momentos de mayor estrés, diseña un programa de actividad y ajústate a él.

  5. Cuídate en todos los aspectos.

    Cuídate física y mentalmente, no abandones tu imagen. Procura dormir lo necesario y de manera ordenada. La falta de sueño produce malestar y disminuye tu capacidad de afrontamiento. No descuides tu alimentación y evita conductas poco saludables.

  6. Toma el control de la situación.

    Incluso en los peores momentos puedes marcarte metas realistas como pequeños logros cotidianos que te permitan avanzar. El mero hecho de levantarte de la cama y acudir a clase, aunque no seas capaz de rendir, puede ser muy valioso. En los malos momentos parece que perdemos el control sobre nuestro bienestar, ponte en manos a la obra y actúa con decisión para recuperarlo en alguna medida.

  7. Expresa tus sentimientos.

    Las situaciones traumáticas generan un gran número de sentimientos conflictivos, procura dar salida a tus emociones, a veces, resulta muy difícil sacar algo tan intenso y tan negativo, y nos vemos incapaces de hablar sobre todo ello. Encuentra una forma de expresión alternativa, intenta escribir, crear algo, dibujar, o plasmar lo que sientes a través de cualquier forma de expresión.

  8. Ayuda a los demás.

    Nada nos rescata más de nuestros problemas que colaborar en la resolución de los problemas de los otros. Echa una mano a tus amigos con sus tareas, colabora como voluntario en cualquier ámbito.

  9. ntenta ver las cosas con perspectiva.

    Es posible que las circunstancias que te han hecho sentir tan desolado, sean, en un primer momento, el tema central de todo tu entorno. Pero las cosas cambian y los malos tiempos acaban. Intenta recordar las situaciones de tu pasado reciente, en las que eras capaz de afrontar otras dificultades, las estrategias que te permitían sentirte bien. Cuando hables de los malos tiempos, no dejes de hacerlo también de los buenos momentos. Seguro que en alguna ocasión has sido capaz de afrontar con tranquilidad, algo que a los demás les resultó mucho más difícil. Aprende alguna técnica de relajación que te permita controlar las emociones negativas.

  10. Controla la información.

    Protégete de la información y de todo aquello que recuerde intensamente la situación traumática, repasar una y otra vez estos estímulos sólo aumenta el grado de malestar.



Puedes aprender estrategias para ser más resiliente, pero eso no excluye el hecho de que puedas sentirte mal, tendrás momentos duros y es normal, forma parte del proceso de recuperación. La resiliencia se desarrolla en el tiempo, cada cual tiene su propia secuencia, puede funcionarte alguno de los consejos expuestos, investiga tu caso y recuerda que, las estrategias de resiliencia te pueden servir en otros momentos de la vida y pueden hacer que formes parte el grupo de personas que consiguen recuperarse por sí mismos”…



…” Si te encuentras realmente mal y te sientes incapaz de poner en marcha cualquiera de los consejos expuestos, deberías considerar la posibilidad de pedir a ayuda a un psicólogo clínico para que te acompañe y te supervise en este proceso”…



Lya J Garcia

Facilitadora

domingo, 1 de noviembre de 2020

RECONOCER EL MALTRATO Y EL ABUSO

¿Qué es el maltrato o abuso? 

 El maltrato puede ser físico, sexual, psicológico, verbal o una combinación de éstos. La falta de atención, que tiene lugar cuando los padres o tutores no atienden las necesidades básicas de los menores que dependen de ellos, puede ser una forma de maltrato.
El maltrato físico 

 Suele ser la forma de maltrato más fácil de detectar. Incluye cualquier manera de golpear, sacudir, quemar, pellizcar, morder, ahogar, empujar, azotar o cualquier otra acción que provoque lesiones en el cuerpo, deje marcas o produzca dolor físico.
El abuso sexual

 Comprende cualquier tipo de contacto sexual entre un adulto y un menor de 18 años o entre dos menores entre los que existe una diferencia de edad considerable, y se produce también cuando una persona somete a otra, sin importar la edad. Cuando el abuso sexual ocurre en el seno de la familia, recibe el nombre de “incesto”.
El maltrato psicológico

 Es el más difícil de detectar porque no deja marcas físicas. Este tipo de maltrato se produce cuando los gritos y el enoyo van demasiado lejos o cuando un padre critica, amenaza, humilla o desprecia constantemente a su hijo hasta que su autoestima y sus sentimientos de valor personal se ven negativamente afectados. Al igual que el maltrato físico, el maltrato psicológico puede dañar y dejar secuelas emocionales.

 La desatención 

 Es difícil de identificar y definir. Se puede hablar de ella cuando un niño o adolescente no tiene el alimento, la vivienda, la vestimenta, la atención médica o la supervisión que necesita. Tiene lugar cuando un padre no proporciona a su hijo suficiente apoyo emocional o le presta poca o ninguna atención de forma deliberada y sistemática. No se refiere a los casos en los que un padre no le da a su hijo algo que éste quiere, como una nueva computadora o un teléfono móvil, sino que están en juego necesidades más básicas, como la comida, el refugio y el afecto. 

 La violencia familiar

 Puede afectar a cualquiera y puede ocurrir en cualquier tipo de familia. En algunos casos, los padres se maltratan entre sí, algo que puede ser difícil para los niños que son testigos. Algunos padres maltratan a sus hijos y recurren a la violencia verbal o física como una manera de imponer la disciplina. 

 El maltrato y abuso también puede adoptar la forma de delito por prejuicios dirigidos a personas sólo por su raza, religión, capacidades, sexo u orientación sexual.

 Reconocer el maltrato


 Por extraño que pueda parecer, a la gente a veces le resulta difícil reconocer que está siendo víctima de malos tratos. Reconocer los malos tratos puede resultar particularmente difícil para quienes llevan muchos años conviviendo con ellos. Éstas personas aceptan la situación como algo natural y creen que no se puede hacer nada al respecto. 

Es posible que las personas maltratadas crean, equivocadamente, que son ellas quienes provocan el maltrato por no hacer lo que sus padres les dicen, por infringir las reglas o por no estar a la altura de las expectativas de otra persona. Una persona que se ha criado en una familia violenta o donde se infligen malos tratos tal vez no sepa que los miembros de una familia pueden tratarse de otra forma. 

Es posible que la persona que sólo conoce este tipo de relaciones crea, erróneamente, que golpear, pegar, empujar o insultar son formas absolutamente normales de tratar a los demás cuando uno está muy enojado.

 Un niño que se acostumbra a presenciar episodios de malos tratos entre sus padres puede acabar creyendo que se trata de una relación completamente normal. Pero el maltrato no es una forma normal ni saludable de tratar a las personas. Si no estás seguro de ser víctima de malos tratos o si sospechas que un amigo lo es, siempre está bien que consultes a un adulto o a un amigo en quien confíes.
¿Cuáles son los efectos del maltrato y abuso ?

 Cuando una persona es víctima de maltrato, este puede repercutir en todos los aspectos de su vida, particularmente en su autoestima. La medida en que el maltrato daña a una persona depende de las circunstancias y, en algunos casos, del grado de violencia al que ha sido sometida. A veces, algo que no parece tener mucha importancia puede desatar una reacción desmesurada.

Por ejemplo, ser tocado de manera inadecuada por un integrante de la familia o recibir el pedido de mantener secretos pueden ser una experiencia sumamente confusa y traumática. Los adolescentes que son o fueron objeto de malos tratos suelen tener problemas para conciliar el sueño, alimentarse y concentrarse. Su rendimiento académico puede verse negativamente afectado porque están enojados o asustados, o porque sienten que ya perdieron el interés.

 Muchas personas que han sido víctimas de malos tratos desconfían de los demás. Algunos sienten mucha ira contra sí mismos y contra los demás, y les cuesta mucho hacer amigos. El maltrato es una causa importante de depresión en los jóvenes. Algunos adolescentes sólo pueden sentirse mejor adoptando conductas autodestructivas como cortarse o abusar de las drogas o el alcohol. Otros llegan al extremo de intentar suicidarse. Es normal que una persona que ha sido maltratada se sienta dolida, enojada y confundida por lo que le ha ocurrido. Es posible que se sienta culpable o avergonzada, o incluso responsable de lo sucedido. 

Pero el maltrato nunca es culpa de la víctima, por más que el autor de los malos tratos intente culpar a los demás. A las personas que son víctimas de maltrato puede resultarles difícil obtener ayuda, porque para ello tienen que acusar a alguien a quien quieren, alguien que puede ser maravilloso con ellos la mayor parte del tiempo y desagradable sólo en algunos momentos. Es posible que teman las consecuencias de realizar una denuncia, ya sea por temor al agresor o porque la familia depende económicamente de esa persona. Por motivos como estos, el maltrato no se denuncia, y muchos niños y adolescentes no le cuentan a nadie lo que está sucediendo.



¿Qué debería hacer una persona que es víctima de maltrato?

 Las personas que son víctimas de maltrato necesitan ayuda. Mantener la situación en secreto no las protege de futuros malos tratos, sino que hace más probable que el maltrato continúe. Si tú o alguien a quien conoces es víctima de maltrato, habla con alguien en quien tú o tu amigo confíen: un familiar, un maestro de confianza, un médico o un consejero escolar o religioso. Muchos maestros y consejeros tienen la formación necesaria para ayudarte a detectar y denunciar los malos tratos. Las víctimas de maltrato suelen sentirse asustadas, paralizadas o solas. Buscar ayuda y apoyo es un primer paso importante para sentirse mejor.

 Muchos adolescentes que han sido víctimas de maltrato se dan cuenta de que las emociones dolorosas pueden persistir incluso después de que cesan los malos tratos. Trabajar con un terapeuta es una de las maneras de superar los complejos sentimientos y reacciones que conlleva el hecho de haber recibido malos tratos, y el proceso puede ayudar a restablecer la seguridad, confianza y autoestima perdidas.



La valoración respeto y estima por sí mismo.

Con el pasar del tiempo, los pensamientos negativos acerca de uno mismo, pueden hacer caer nuestra autoestima, trayendo consigo problemas e...